Por nuestra madre y mujer.

Hoy, pese a que ella es, la que seguro, las inspira, para realizar lo que hacen, no voy a hablar de la figura de nuestra reina, abogada y madre, la Esperanza, sino de la figura de nuestras madres, el motivo es simple y llano.

Nuestra hermandad la componen gran número de jóvenes, así como gran número de hombres y mujeres, más de lo último, de mediana edad. En estos menesteres, y en estos lios, en los que muchas veces nos metemos, siempre están ahí, ellas, aconsejan, aguantan, y lo más importante, ayudan.... Las madres, nuestras madres, nuestras mujeres son las que más papel tiene en nuestra hermandad, por todo lo citado, y a que viene el ser hoy tan melancólico con este tema. Voy a empezar a irme un poco lejos, a aquellas tardes noches de preparar la estación de penitencia, en el almacen de costura de Marisa, la hermanda de Nati, cosiendo como descodias, o en la misa de besmanos las prisas con el manto azul, o el hermosísimo manto de salida de la Virgen, "las Maricarmenes", o ya llegando más a nuestros días, el capote de traslado de la Virgen, o a más esta semana, el increible trabajazo de María Ángeles Peñalver, que ha realizado la saya que la virgen va a lucir estos días de difuntos, o el espectacular manto, regalo de Ignacia Mora, en el que puedo dar fe, de que anoche eran las 2 y media de la mañana, y aun que, como ella decía, "si es que ya se me "escandilan" los ojos", el trabajo no cesaba, menos mal, que sólo quedaba ya poner la puntilla dorada, que ya estaba cortado, "hilbanado", palabra que he aprendido en estos días, y cosido, y recosido. Manto y Saya que lucirá nuestra madre a partir de esta noche, y conmemorando el mes de los difunto. Por todas estas mujeres, las que han trabajado horas y horas por y para la "señora de Albatera" por todas las que han entregado a la virgen un pedacito de su vida, o un pedacito de sus bienes, por todas las mujeres que hemos querido tanto, y hoy nos miran desde el cielo junto a ella, por todas las mujeres que lloraron cuando ibamos en la estación de penitencia y se repetían a sus adentro "pero tonta que haces, que es una procesión, ¿por que lloras?", por todas, las que quieren, pero se agobían y se apenan de no poder ayudar, por todas las mujeres que se emocionaron cuando vieron pasar a la "señora de Albatera" por todas ellas, hoy va este escrito. Y un cargado y emocionante Gracias.