La misa había terminado y el trasiego de los jóvenes confirmandos que hacían sus reuniones en la Iglesia, estaba apunto de terminar. Daban las 21:30h. cuando te bajaron el cielo sin corona, como le gusta a tu gent, sin corona en la cabeza como mujer del pueblo llano. Mientras unos se afanaban en correr para no estorbar otros cargaban dignamente con la hermosa madre.
En la sacristía el aroma de incienso lo impregnaba todo, la saya cuidadosamente colocada, la vela encendida, los broches, y demás abalorios en su caja esperando con ansia el ser puestos en la madre, el encage dormido sobre la mesa esperando a que lo despertaran para entrar en tan hermoso sueño. El manto estendido sobre varios bancos dado su magnitud.
Y se cerraron las puertas con el peculiar eco de las Iglesias, y ya no más quedó esperar, y trasegar, de un lado a otro, mientras dentro se vestía a la "Señora de Albatera" fuera, los momentos más alegres ya languidecían, y dentro la Mayordoma y las/los dos camaristas, daban forma a la belleza.
Pronto se cansó hasta el reloj, y tras dos horas cuarenta y cinco minutos las puertas de la sacristía se abrieron para dejar contemplar la belleza, de manto negro adamascado con puntilla de oro, de saya negra aterciopelada con bordados florales de lentejuelas, cinturilla y mangas, encaje de tocado cuidadosamente colocado con dos caidas laterales hasta medio pecho de la madre, y sin corona como a tu gente le gustas.
Fue entre varios, cunado te volvieron a subir a los cielos, donde estarás con los nuestros respetando su dolor con negro luto, te colgaron el Rosario de aquella qe ya está a tu lado, y fue allí, donde hay que levantar la cabeza para mirarte, donde te pusieron la corona, para ser madre y señora de todos los que te imploran.
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